2009(e)ko martxoaren 17(a), asteartea

Imprevisto con las zapatillas

Imprevisto con las zapatillas

Así que en 2008, unos dos meses antes de la Behobia, empiezo a preparar la Maratón de Donostia, que se celebra el 30 de noviembre. Paso de los 2-3 entrenamientos por semana a 4, combinando tiradas 10-16 km con series de 500-1000 y 2000. Primera tarea: cambiar de zapatillas. Soy pronador y tengo el pie cavo. Las Asics Kayano me han ido bien, así que decido cogerme otras. Me dan el nuevo modelo, las Kayano 14 en lugar de las 13. Me las pruebo y bien. Craso error. Al poco de salir a entrenar me empiezan a hacer rozaduras en el talón interno del pie derecho. Me pongo un parche pensando que es porque son nuevas. Ese fin de semana toca la carera de 15km de Donostia. Salgo con las Kayano (había tirado las viejas, ¡cojonudo!) y ya desde el principio noto que la rozadura se iba extendiendo. A pesar de eso, al final hago un buen tiempo: 1:00 clavada. Pero claro, al quitarme la zapatilla veo que no puedo seguir con esas bambas. Un colega me comenta que las nuevas Kayano eran más estrechas que las anteriores. Es lo mismo que dije en la tienda (con sección de atletismo y supuesto experto en materia). Me lo negaron. Pedí que me las cambiaran por otras. Me dijeron que no, que me hacían el 40% de unas nuevas. Dije que no, y pedí el libro de reclamaciones.
Parón de entrenamientos durante una semana hasta curar la herida. Mientras acudo a un Decatlón y me cojo unas Asics 1130. La Behobia está a una semana vista. Entreno con estas Asics 1130 la última semana y bien. Ni una molestia. Corro la Behobia y acabo en 1:23 justos. Buenas sensaciones. Me queda la duda de haber intentado ir con los del globo de 1:20, pero a decir verdad, soy partidario de correr a un ritmo propio y buscar acomodo en grupos con ritmos parecidos, pero sin descuidar los tiempos de paso por kilómetro. Algo que he repetido en las maratones y me ha ido bien. Quedan tres semanas para la Maratón de Donosti.

Estoy disfrutando los entrenos. Lo de sacar tiempo debajo de las piedras, es decir, salir a deshoras –a primera hora de la mañana o a última de la noche, jarreando y con humedad- es parte del escenario en el que nos movemos los corredores populares. Con eso de que trabajaba en Vitoria-Gasteiz y tenía que ir todos los días en coche desde Donostia -3 horas ida y vuelta más cansancio, el año pasado me iba a entrenar a las 5:30 de la mañana. Es decir, noche cerrada, Y varias veces un grupo de gente que iba a trabajar me gritaba: “¡Estás loco!”. Pero lo más habitual es oír el típico “¿para qué corres, si no te persigue nadie?”.
También es parte del guión tener que negociar con la familia las salidas –sobre todo las del fin de semana-, más aún cuando tenemos hijos pequeños. Supongo que a más de uno le habrá pasado salir a entrenar y al volver encontrarse con… la maleta en la puerta de casa. Ja ja.

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