2013(e)ko ekainaren 5(a), asteazkena

Behobia: El año que se cayó la meta






Un año más acudo fiel a mi cita con la Behobia-Donostia. He entrenado parecido al año pasado: dos salidas por semana durante el año, y 3 entrenamientos a la semana durante el último mes y medio. Las sensaciones son buenas, pero en el Cross de las tres playas hice un tiempo peor que el año pasado, y lo mismo ha ocurrido con la Clásica pedestre de 15, ambas en Donostia. Así que, de cara e mejorar el pico de forma, y aunque no me gusten, durante uno de esos tres días he hecho series, de 400 y 1000 metros. Sé que no voy a mejorar mi mejor tiempo, 1:22, pero espero desquitarme del 1:30 del año pasado, provocado por el bochorno que hizo.

Este año también he podido sentarme en el topo (nombre del tren que cubre el trayecto Donostia-Hendaia), repleto de corredores. Aunque se respira tensión, la gente sonríe y el vagón huele a réflex. Entre los corredores hay quienes beben líquido, otros comen barritas, y las conversaciones giran en torno a…la carrera, la de los debutantes (“Mejor ir de menos a más”, “¿Cuál es la parte más dura?”) y la de los expertos (“voy a intentar ir a 4 minutos el kilómetro”, “estas zapatillas son voladoras”).

Megafonía en català

Al llegar a Behobia llueve a cántaros. Pero es igual, la música y la animación de Joseina Etxeberria hacen que suba la adrenalina previa. Me refugio bajo el toldo de los puestos de souvenirs que, pese a la crisis, hay siguen. Un corredor catalán me pregunta si hay muchas subidas en el recorrido. “Bastantes, pero bajadas también”, le contesto, al tiempo que añado: "Intenta ir de menos a más". Cada año son más los catalanes que vienen a correr la Behobia, muchos de ellos enfundados en la bandera estelada. De hecho, en la megafonía ya incorporan mensajes en català. Visca Catalunya!

Aunque sigue lloviendo con fuerza, ya va siendo hora de calentar. La explanada junto a la salida está llena de corredores que van dando círculos sobre el cemento lleno de charcos. Tras calentar durante 10 minutos, me dirijo a la salida. Con lluvia voy bien, me digo. Este año nada de bochorno, sino 10-12 grados, ideal para correr.

¡Pummm! (Pistoletazo de salida, aunque Gebreselasie diga que la carrera no empieza en el punto de salida). Si bien en la Behobia es imposible pasar cada kilómetro al mismo ritmo, me impongo un ritmo cómodo, sin forzar. Incluso opto por no mirar el reloj cada kilómetro, sino hacerlo cada cinco. Así, paso el km 5 en 21:06. Me encuentro cómodo por los toboganes de Ventas. 

Bajo la bandera pirata

En breve empezamos a subir Gaintxurizketa, que si bien es una subida suave, te rompe el ritmo, sobre todo al principio. Intento mantener un ritmo constante y apretar un poco al final. Acaba la subida, y ahora vienen los toboganes de Lezo. Fiel a su cita, ahí está: el pirata ondeando su bandera con su música heavy, que a mí me da alas. En los toboganes de Lezo también es difícil coger un ritmo, pero en las bajadas intento acelerar. Las sensaciones son buenas, más aún viendo que, si bien me adelantan algunos, yo también adelanto a otros. A la hora de correr, creo que resulta más fácil ir en grupo, por el ritmo que se establece. Pero eso es algo difícil en una media maratón, y no digamos en una maratón.

Paso el km 10 en 43:25. Ya se divisa Lezo. En esa bajada acelero. En el avituallamiento diviso una bebida energética. Cojo el vaso y absorbo. Sabor a grosella. No sé si será psicológico, pero siempre me parece que en carreras de más de 10km el Aquarius, Powerade y Gatorade te dan ese plus que el agua no te da. Enfilamos el puerto de Pasaia. 3km de llano, se hace raro. Me encuentro bien. Poca gente animando, y se nota. Paso por el km15, 1:04:45. Me alegra oír a los txistularis de Trintxerpe, nos avisan de tras el último escollo, la subida a Miracruz, viene la bajada final. Mucha gente otra vez animando, con la batucada dándonos ritmo para afrontar los últimos 200 metros de subida. Subo sin forzar, sin pasarme de pulsaciones, para así apretar bajando.

Siguiendo a la liebre

Bajando el Alto de Miracruz se pone a mi altura la última de las liebres de 1:20, que ha salido 5 minutos más tarde que yo. ¡Buena noticia! Si voy a la par, llegaré sobre el 1:25, a ver… Consigo mantener su ritmo. Llega el falso llano de la Avenida de Navarra, bien, ahí sigo, los tengo 4 metros por delante. Sigue lloviendo. Enfilo el último kilómetro. ¡Aupa Beñat! Es Bárbara, la hermana de María, esa chica tan especial con la que luego estaré. Aunque no le vaya lo de correr, espero que se anime a salir conmigo en el Cross mixto de Zarautz.

Paso el puento del Kursaal, el viento arrecia. Llegamos al Boulevard, empiezo a esprintar. En esas, veo que al fondo…se cae la meta. A medida que me acerco, no parece que haya pasado nada. Vuelven a ponerla. Aprieto los dientes. Paró el crono en 1:25:49. Estoy contento. Nos dan la bolsa de corredor, busco el Powerade azul, y me tienta beberlo de trago, pero guardo un poco para mis hijos. Me voy a la Plaza Gipuzkoa. Allí están mis hijos, a quienes abrazo.
-“Tori, nahi duzue pixka bat?”-les ofrezco lo que queda de bebida energética.
-“Eskerrik asko aita”.
Saco de la bolsa la medalla, este año con cinta tricolor: roja, azul y blanca.
-“Aurten ere irabazi duzu aita”- me dice mi hijo.
-“Bai, maitia. Handiagoa zarenean elkarrekin aterako gara Behobian, nahi duzu?”
-“Bai, biok elkarrekin”-me contesta ilusionado, sonriendo con sus ojos avellana.








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