2017(e)ko martxoaren 13(a), astelehena

Crónica de la Marató Barcelona 2017

Afronto la Marató de Barcelona 2017 con el pique “sano” de mejorar la de Donostia 2016, donde salí solo habiendo entrenado para la Behobia. Y claro, luego lo noté e hice 3:31. Por eso durante estos últimos 3 meses he entrenado unos 70 kilómetros semanales, divididos en 5 días, con una tirada larga los domingos, de unos 27 kilómetros. Las últimas 3 semanas he hecho tapering, es decir, he ido reduciendo kilometraje semanal. Y la última tirada larga la hice 3 semanas antes.

Habían anunciado tiempo fresco para el domingo en Barcelona, pero el día amanece más caluroso de lo anunciado, 16 grados ya a las 8:30. Cogemos el metro y los vagones se van llenando de color, con muchos corredores extranjeros. Algunos de ellos se ponen el dorsal en pleno metro y otros hacen estiramientos. Me acompañan mi hija y mi tío Iñaki a la salida. Mi pareja, mi hijo y los suyos estarán en el km 40. “Uy” -le digo-, por el 40 no iré con mi mejor cara, recordando que los últimos 2 km son subiendo el Paral.lel.


El ambiente en la saldia es fenomenal. Animación en català, inglés y francés. Hago un poco de trote y me dirijo al cajón de salida. Me corresponde el de 3:15-3:30. Creo que he estoy en disposición de hacer en torno a 3:15. Por eso voy a intentar ir con las liebres de 3:15, que te marcan el ritmo y te olvidas del crono. Me sorprende ver a gente tomando geles ya antes de empezar. Yo también tengo algunos, pero a partir del km 22 van a darlos en los avituallamientos.


Suena la música de “Barcelona”, con Freddie Mercury y Montserrat Caballé, con motivo del 25º aniversario de aquella Maratón Olímpica. Me emociono recordando aquella época veinteañera, recién acabada la carrera, con la ilusión de que Barcelona 92 fuera un éxito, con mi inicio en el mundo laboral. De repente, el cambio de música me hace bajar de esa nube: suena “Eye of the Tiger”, de la película “Rocky”. Los participantes empezamos a levantar las manos. Quedan 2 minutos para la salida.


Sueltan los confetis azules y salimos. Cuando estaba parado estaban más cerca, pero las liebres de 3:15 se me han ido bastante. Acelero un poco, y hacia el km 1 los cojo. Vamos muchos con ellos. Hace más calor del que pensaba, porque me noto el sudor. El ritmo es más o menos el que toca, a unos 4:30-4:35. Nos mantenemos ahí, pero al ir subiendo algún kilómetro cae más lento. Por la Travessera de les Corts llegamos al Camp Nou. Los propios corredores aplaudimos a los diferentes grupos que van llevando a una persona en silla de ruedas reivindicando fondos para la lucha contra alguna enfermedad o por simple apoyo. Pero esos gritos de apoyo aumentan aún más al adelantar a alguien. No sé por qué es, aunque no tardo en comprobarlo: vemos a un corredor al que le falta una pierna corriendo a buen ritmo apoyado en dos muletas, junto a un grupo que le acompaña. “Eso sí que tiene mérito, y no lo nuestro”, pienso.


Al llegar a la Diagonal, una de las liebres nos avisa: hace mucha humedad, así que hidrataros en cada avituallamiento. Pensaba hacerlo, pero así es más fácil, porque la mayoría del grupo lo hace y se echa a los lados cuando viene el avituallamiento. Además de agua dan Powerade. Enfilamos la Diagonal, Urgell, y pasamos el km 10, en el que hago 45:53. Voy muy cómodo. Pero sé que ¾ de la marató empiezan en el 30. Al llegar a la Monumental oigo gritar a mi hija: “Aitaaa”. Desde luego ahora hay mucha más gente animando que en el 2009. Además, la animación también ha mejorado mucho, con muchos grupos de Batucada, o música en directo.


Vamos por la Gran Vía hacia el Passeig de Gràcia. Allí vuelta a subir hasta llegar a La Pedrera. Por Rosselló otra vez plano (01:08:52 en el km 15) y bajamos hacia la Sagrada Familia. Al llegar a la Meridiana (la zona más desangelada, pero ha mejorado), mi amigo David me acompaña un rato. “Vas molt bé Beñat”. Al llegar a Fabra i Puig media vuelta y llegamos a la media maratón, 01:36:48. Me encuentro muy bien, de caja y de piernas. El recorrido va un poco cuesta abajo, y nos acercamos a la fase crítica, al temido muro. Otra vez a la derecha por la Diagonal, para hacer del 25 al 30. Esta zona se me hace larga.

Llega Mr. Muro


Empiezo a notar que me cuesta ir con las liebres, si bien aguanto. Se me ha despegado el imperdible de arriba del dorsal, casualidad. Me tomo un gel. Opto por ir más cómodo y seguir la estela. Pierdo comba, pero me mantengo a unos 50 metros. Paso el 30 en 02:18. Así voy bien, si bien noto que el “muro” ha llegado (En Donostia lo noté a partir del 23, con lo cual hemos mejorado). Si bien no voy ya con el grupo, es curioso ver que aún así voy pasando a bastante gente. De hecho, en la información de carrera veo que pasé de ser el 2771 a la salida, a acabar el 1832, con lo cual he mejorado 939 puestos.


Por el 34, en el Port Olímpic noto el muro, pega el sol, pero me mantengo. Hago unos kilómetros junto a dos gemelas alemanas que también se han descolgado de las liebres. Otra vez a subir, y ahí me pesan cada vez más las piernas. Al pasar por el 37 el señor Muro me empieza a dar con el mazo. Es como si tuviera 5 kilos de más en cada una. Veo el Arc de Triomf, y me digo, “venga, una subida y otra vez llano. Pero no, la Ronda de Sant Pere tira un poco para arriba. “Venga Beñat”, me anima la gente. Sigo adelantando a algunos corredores, si bien también me adelantan otros. Es aquí donde lo que te hace avanzar a un ritmo sostenible pero exigente es la mente, más que el combustible de grasa del que tiramos a partir del 30. Al llegar a la Plaça Catalunya me digo, “ánimo, que ahora es todo bajada por Vía Laietana hasta el Monumento a Colón. Y ahí puedes acelerar”. Mi gozo en un pozo. Voy prácticamente igual cuesta abajo que en llano. Me acompaña un hombre mayor pequeño, de unos 65 años. Veo a bastantes corredores ya sufriendo de calambres. Algunos miembros de la organización les ayudan.

Llegamos al 40 (03:06:23), y ahí empieza el “puerto” del Paral.lel. Pega el sol y tengo calor. El hombre mayor se ha quedado, pero a ver si me mantengo así con su edad (yo de mayor quiero ser como él). Al fondo veo la Plaza Espanya. Intento apretar un poco, pero me digo, espera al 41. Entonces veo a mi hijo -que me saca una foto- junto a mi pareja y sus hijos. Les sonrío y paso la mano, acaricio la cara de mi novia. Con sus ánimos enfilo el último kilómetro.

Cada pierna me pesa 10 kilos más, y parece que el tiempo transcurre mucho más lentamenteeee. Hay mucha gente animando, ya oigo la megafonía. Llego a la Plaza Espanya, y solo me quedan 195 metros. Saco fuerzas no sé de dónde y esprinto. Paro el crono en 3:17. Con una segunda media maratón 3 minutos peor que la primera, a 2 minutos de las liebres de 3:15. A una media de 4:40 el kilómetro. He hecho 14 minutos menos que en la Maratón de Donosti, hace 3 meses. Y las zapatillas Brooks Ghost 9 se han portado: buena amortiguación, cómodas, bastante reactivas y ni un roce.

Estoy contento. Sé que no he mejorado mi mejor marca en maratón (03:05 en 2009), pero es que ahora tengo 8 años más, y también he entrenado un día menos a la semana. Como dice el escritor-corredor japonés Haruki Murakami, a partir de los 45, cada año que pasa tu marca empeora en un minuto. Me invade la emoción de haber acabado con un buen tiempo, y sobre todo "bien".

Me dan la medalla Finisher, y me la cuelgo orgulloso. Llamo a mi hija para juntarme con mi familia. Quedamos todos en la torre izquierda de la Fira. Ahora al apartamento a ducharme, y a coger el tren de las 15:30 hacia Donosti. Pena que no tengamos un día más para disfrutar en Barcelona, la ciudad de mi infancia, de la que nos fuimos, pero a la que sigo apegado. Quizá porque la percibo como el reflejo del niño que fui.