“El mayor bajón físico de un corredor empieza al cumplir los
45”.Lo dice el escritor japonés Haruki Murakami en su libro 'De qué hablo cuando hablo de correr', 100% recomendable. Como atleta
popular, y cumplidos los 45 años, lo que leí en el libro de Murakami me ha
hecho pensar. ¿Notaré en esta Behobia el declive físico que él augura a los
corredores que hayamos cumplido 45 tacos?
He aquí otra frase destacada del libro: “El solo hecho de correr una hora todos
los días, asegurándome con ello un tiempo de silencio sólo para mí, se
convirtió en un hábito decisivo para mi salud mental (…) corro para lograr el
vacío”.
En otras palabras: el ejercicio no es
solo físico, sino también mental: conseguir dejar la mente en blanco, ¡qué
sensación!
¿Se cumplirá la profecía?
Afronto mi décima Behobia seguida con “curiosidad” por saber
si se cumplirá la profecía de Murakami. Y ya van 14 en total. La experiencia es
un grado, sí, pero este año algo ha cambiado: el nuevo recorrido, con motivo
del 50º aniversario de la prueba, recuperando el trazado de las primeras 14
ediciones.
Cosas buenas a priori del nuevo recorrido: agur a los
toboganes entre Gaintxurizketa y Lezo, que no te dejaban coger un ritmo, así
como la monotonía del puerto de Pasaia. Y además habrá una bajada muy larga
desde Gaintxurizketa hasta Errenteria, sin olvidar el nuevo paso por esta
localidad, con mucha más gente animándonos. Lo malo: 140 metros más de
recorrido y 28 metros más de desnivel positivo, sobre todo la subida a
Kaputxinos, de 300 metros, así como la última cuesta de Pasaia y Escalerillas (Herrera).
A decir verdad, con el nuevo recorrido la única parte llana con algo de
continuidad es antes de llegar a Irun, y solo es 1km.
Dado que en las 2 competiciones previas no anduve fino (43
minutos en el Cross de las 3 playas, y 1:06 en la Clásica de 15 km), ambas en Donostia,
en las últimas dos semanas he intensificado mis entrenamientos, pasando de
2 a 4 días semanales, con dos días de
series de 400 y 1000 metros (aburridas, sí, pero buenas para aumentar el punch).
I partied in Spain
Tras coger el topo (tren que une Donostia con Irun) en
Donostia, llegamos al Puente internacional
y al salir la lluvia nos avisa de que puede estar invitada a la fiesta. “Bueno,
con lluvia voy bien”, recordando que mis mejores marcas han sido con sirimiri e
incluso con “zaparrada” (chaparrón en euskera). Al llegar a Behobia, la
animación de Joseina Etxeberria con sus invitados (vencedores de la Behobia y
demás) te hace entrar en ambiente. A pesar de que falta más de una hora para la
primera salida, ya hay muchísimos corredores, algunos tomán café en los bares de
la zona, muchos ya están calentando enfundados en sus xiras o chubasqueros
desechables aunque les falte mucho para empezar, y algunos pocos comprando
galletas y fruta en las tiendas de souvenirs (en una de ellas venden camisetas
con el profundo eslogan: “I partied in Spain). A pesar del deterioro y
decadencia de la zona comercial de Behobia, con sus estancos, botellas con
bebidas de todo tipo y souvenirs de flamenco, sigue teniendo su “xarma” o
encanto.
Recibo un whatsapp de mis hijos deseándome suerte para hoy.
Mi hijo me dice "aita, ea lehenengo 10en artean iristen zaren" (a ver si quedo entre los diez primeros). Le digo que lo
intentaré, pero que solo se me ocurre un modo de conseguir eso: empezar a
correr en el kilómetro 10 cuando los atletas de élite estén empezando.
Este año la presencia catalana se hace notar aún más: además
de bastantes corredores portando la bandera estelada, hoy es la esperada
(aunque de momento no vinculante) consulta sobre lo que querrían tener (más del
80% de los votantes optaron por la independencia). Un catalán me dice: “Quiero
correr la Behobia, acabar y coger el coche para poder llegar a votar antes de
las 20:00”. No sé por qué se ha creado tanto revuelo por poner unas urnas y que
los ciudadanos opinen. O quizás sí lo sé.
Corredores descalzos
El adelantamiento de la zona de salida 700 metros más
adelante que la anterior hace que la gente ande por la zona paralela al río, frente a la isla de
los Faisanes. Dado que estoy un poco frío, opto por calentar por la zona que
hay por encima de la salida, en Behobia. Se acerca la hora, y bajo a mi zona de
dorsal rojo. Antes de la salida, un homenaje a Arantza Ezquerro, fallecida en
la edición anterior. Aplausos. Al fin salimos. Intento hacer el primer
kilómetro algo rápido, porque luego ya no va a haber casi zonas llanas.
A partir de ahí me pongo un ritmo cómodo. Irun, Ventas, y
afrontamos la subida a Gaintxurizketa, este año por el carril izquierdo. Veo un
corredor que va descalzo. Le felicito, y me lo agradece. Pero en ese momento,
un “sensible” espectador le lanza un mensaje muy “poético”: “¡que se te han
olvidado las zapatillas en casa…!”. Más adelante veo a otro corredor descalzo. Y a varios con calzado barefoot o minimalista, un tipo de zapatilla que favorece la pisada natural, sin pisada de talón (la de más del 70% de los corredores), y que tras una adaptación hace que mejores tus marcas. Y ponen un ejemplo: cuando corremos descalzos, nunca apoyamos con el talón, sino con el antepié. Haced la prueba descalzos por la playa. Creo que no es una moda y está para quedarse. De hecho cada vez son más las marcas de zapatillas con modelos barefoot. En mi caso creo que al correr aterrizo con la parte media del pie, pero a ver si me animo a probar unas minimalistas. Me acuerdo que de pequeño cuando hacía atletismo en pista con la escuela, teníamos unas zapatillas de clavos con las que solo pisábamos con el antepié, de puntillas.
Bajada rápida hacia Errenteria
Subo los 700 metros de Gaintxurizketa tranquilo, aunque sé
que en la bajada hasta Errenteria tendré que apretar para compensar el tiempo
perdido. Mi idea es pasar el 10 en 43 minutos máximo. Cojo aire y afronto el
descenso. Disfruto bajando y pienso, ojalá fuera así hasta el final. Poco a
poco, la inclinación de la bajada va disminuyendo.
Paso por el km10 (Lintzirin) en 43 y bastante. Más o menos bien. Entramos en
Errenteria, y hay diferencia con respecto a la desolada zona de Pasaia.
Bastante gente animando. Una rotonda y pasamos a subir una tachuela sobre la
que estábamos avisados: la cuesta de Kaputxinos (km13). Se me hace incómoda, me rompe
el ritmo con el que venía. Pero bueno, quedan 7 km. Paso el km15 en 1:05. Ahora
son pequeñas subidas y bajadas hasta llegar al escollo final: el alto de
Mirakruz, con una subida más larga, pero menos pronunciada que desde Trintxerpe.
Subo bastante tranquilo, con ganas de afrontar la última bajada. Pasamos el
Arzak, y de ahí, aprieto cuesta abajo. Llego bien hasta la Avenida Navarra,
adelantando a bastantes corredores. Sin embargo, el falso llano me hace
frenarme. Aun así, voy bien, con la sensación de poder apretar algo más, ¿pero
para qué? ¿para hacer 30 segundos menos? Ligera bajada y de ahí llego a la Avenida
Zurriola. Último kilómetro.
¿Se cumplirá la
profecía?
A falta de 500 metros busco a mi pareja, María, entre el
público. No la veo. Ella tampoco a mí. Qué le vamos a hacer. Paso el puente del
Kursaal y aprieto en los últimos 200 metros. Paro el crono en 1:27:50 (media de
4:23 el kilómetro). Bueno, prueba superada. “Iritsi zarela?” – me dice- “ez
zaitut ikusi pasatzen eta”. A lo que le contesto: “Eta nik pentsatuta neukala
gelditzea zuri musu bat emateko…”.
Teniendo en cuenta que eran 140 metros más y algo más de
subida, es un tiempo muy parecido al que hice el año pasado, con lo cual mi
conclusión es que comparando esta Behobia y el anterior recorrido, al final, poniendo
las dos en la balanza, las dos resultan parecidas.
Para comer tenemos canelones caseros, regados con un crianza
de rioja alavesa…convertido en reserva. Haremos un “txin txin” por nosotros, y
por que, de momento, la profecía de Murakami…puede esperar.